martes, 17 de agosto de 2010

CAMPANO 2010: "Don Bosco – Deluxe"

Queridos hermanos/as, salesianos/as, aspirantes/as, cooperadores/as, en definitiva, gentes de mal vivir/as (perdón por la última “/as” pero ha sido la inercia).

Mi primo adoptivo, el bueno de Pepe Mellado, me ha pedido si tenía a bien haceros un “pequeño resumen” de las experiencias vividas en el último campamento de cooperadores que se ha celebrado en campano del 4 al 8 de agosto, para poder colgarlas en el blog. La verdad es que, viniendo de mi, es el sitio perfecto para estar: …“colgado”. Aprovechando que en estas fechas salir a la calle es más peligroso que mentarle la madre a Chuck Norris y que en casa “yalotengotodohecho” (porque estoy de Rodríguez, vamos), os paso a contar la historia.

Como le dije a Pepe, tras la vivencia de Campano me sentía un poco como un skin head tras una botellona,.., deseando vomitar todo lo que tengo dentro… (perdón creo que la imagen ha sido un poco brusca, cambiad lo de “skin head” por “cani”). Y, ahora en serio, la verdad es esa. Un montón de emociones, ideas, risas, salesianidad, amistad, sentimientos, familiaridad…., que no sabría como transmitiros ordenadamente. Intentaré resumirlo por partes, como diría Jack el destripador. La cosa fue tal que así…

Miércoles 4: Hemos arribado a Campano, son las 16:30h. (má o meno) y tras soltar las maletas en la habitación y que mi hija comience a repetir como una ametralladora “¿Cuándo nos vamos a la piscina?” unas 100 veces por segundo, consiguiendo que se me caigan de las manos la pila de camisetas, bañadores y ropa interior por el estrés; nos disponemos a asistir a la acogida. Fátima Zarco y Selu (el administrador de Campano y que además es su futuro esposo) nos hacen una breve descripción de lo que vamos a hacer estos días. Son de las personas que, tras estar unos minutos con ellos, tienen la virtud de hacerte sentir que los conoces de toda la vida, ¡son gente fantástica! Tras una presentación/oración empezamos a conocer a los otros cooperadores y aspirantes que han venido de Sevilla, Jaén, Córdoba, ¡León y Canarias!, (pa que luego digamos, ¡Uy, un encuentro en Sanlucar la Mayor! ¡No, no! No puedo, no tengo dinero para quedarme en un hotel y además dejar sola a la familia!). A primera vista estamos todos un poco cohibidos, pero me parecen buenas personas y además hay jóvenes, aspirantes y cooperadores. Buena impresión.

Asistimos a la primera charla: “Realidad secular. Retos del espíritu salesiano en el S. XXI”. Nos la da un matrimonio de cooperadores Francisco M. Guzmán y su mujer Ascen Hidalgo. Aquí es dónde comienzo a pensar que no vamos a poder bajar a la playa por más calor que tenga, pero no me importa porque esto promete ser interesante. Nos hacen una sincera y real exposición de lo que nos encontramos todos y cada uno de nosotros a nivel familiar y personal cuando intentamos “ejercer” de cooperadores en nuestro día a día. Nos alientan a no sentirnos bichos raros y a ser conscientes de que ser cooperador, desde nuestra identidad laica, es una auténtica aventura a lo Indiana Jones, pero aventura al fin y al cabo. De eso se trata.

23:45h. Tras cenas, nos vamos a la cama porque, aunque menos que en Sevilla, aquí también hace calor y necesitamos descansar del viaje y de la jornada. José Emilio, mi hijo, ya ha encontrado amigos y casi no le vemos el pelo durante el día. Está en momento de hormonas y adolescencia. Mi hija sigue preguntándome “¿Cuándo vamos a la piscina, papá?”, le tiro los manguitos de Bob Esponja mientras no pierdo la esperanza de que mañana, que se van al Zoo, haga amistad con otra pequeñaja de su edad, Celia, y le coma la moral a algún mandril.

Jueves 5: Tras el desayuno y sin casi dar tiempo a pensarlo, nos colocan en un desembarco en primera línea de fuego. Hoy estamos a las órdenes de José Ramón Alcalá _ Zamora, del que nada más verlo me recuerda, no se por qué, al Mani (es broma José Ramón, pero eres tan grande como él, pero no sólo por fuera, sino también por dentro). Su idea es darnos un pescozón para que despertemos a lo tangible, así que nos marchamos a Jerez de la Frontera. Visitamos tres proyectos que nos dejan un mucho entre atónitos y esperanzados.

El primero lo lleva sobre sus hombros y su cascada voz (ha tenido un problema de nódulos que a punto ha estado de mandar al garete su iniciativa) Juan Carlos, un fraile de los hermanos de San Juan de Dios que, con otro cura diocesano de Badajoz, se han embarcado en llevar ¡ellos dos solos y sin ninguna subvención y/o ayuda oficial!, un albergue para marginados sin hogar. Todo comienza con una residencia de ancianos abandonada que toman al asalto y en dónde estos dos “Rambos de Dios” acogen a personas que viven en la calle y que no llevan más equipaje que las heridas que, la misma calle, les ha hecho en el cuerpo y en el alma. Siempre con una sonrisa en los labios, Juan Carlos nos cuenta como cuando llegan a la casa por primera vez, sólo disponen de tres colchones y dos somieres. A partir de ahí, hoy son capaces de atender (física y espiritualmente) a unas veintitantas personas, si la memoria no me falla. Algunos salen y entran, pero otros, afortunadamente, se quedan para formar parte de los cimientos de este impresionante proyecto. Salimos seguros de una cosa que nos afirma el bueno de Juan Carlos: “Dios proveerá”. ¡Y vaya si lo hace!

El segundo proyecto es igual de impactante: Madre Coraje. Nos recibe Jesús Mula, que tras explicarnos que su “empresa” se dirige a generar y sostener proyectos en Perú, fundamentalmente dirigidos a niños y campesinos pobres. Nos demuestra como lo llevan a efecto. He de deciros que esta iniciativa que sólo conocía de nombre (soy funcionario = mononeuronal ¡que le vamos a hacer!) nos llega, a Ana y a mí, un poco más adentro, si cabe, pues, como muchos sabéis, nuestro hijo mayor nació en el país andino. Así que, es inevitable que nos vuelvan en flash-back las imágenes que allí vivimos, a medida que Jesús nos va contando la realidad peruana. Las lágrimas nos empiezan a brotar. No será la última vez. ¡Bienvenidas sean!
Pues bien, esta “criaturita”, que diría el Sr. Lopera, lleva la central de Madre Coraje ubicada aquí en Jerez ¿Y que hace? Pues os lo resumiría muy claramente si os dijera que Mc Giver al lado de estas buenas gentes es un ñapas aficionado. Son capaces de, con lo que la gente les trae (ropa, aceite usado, material escolar, toners de impresora, máquinas de coser viejas,…) sacar dinero para los proyectos y, además, autofinanciarse y autoabastecerse. Una muestra. Con el aceite usado, lo procesan y filtran produciendo; por un lado biodiesel, del que una parte es para vender a empresas que lo utilizan en sus procesos industriales sacando así algunos euros, y otra es consumido también como carburante en su propia flota de vehículos. Por otro, el resto del aceite es transformado en jabón que, también les sirve como fuente de ingreso. En definitiva son unos titanes que con tal de llevar a cabo su fin: ayudar a los más necesitados en Perú, son capaces de reciclar hasta la nariz de Belén Esteban. Nuevo encuentro cara a cara con la Providencia. Y van dos.

El último proyecto, se nos hace más cercano a nuestro carisma salesiano, pero no por ello es menos impactante. Michel, y su esposa junto a sus dos hijos pequeños, han tomado las riendas de un programa que lleva el Hogar la Salle y del que él es presidente. Pues a esta pareja, La Salle les propone que cierren su casa y se trasladen a regentar otra en el que van a acoger a jóvenes inmigrantes ex-tutelados. Los jóvenes son en su mayoría marroquíes que, bien en patera, o bien, bajo los engranajes de un camión, han llegado a nuestro país buscando un trozo de esperanza. Nos acogieron literalmente como en casa. Se tomaron la molestia y el engorro de hacernos comida típica marroquí para los treinta y tantos que íbamos (¡Dios mío como estaba el cuscús!). Nos contaron su historia en muchos casos desgarradora y nos ilusionaron con sus ilusiones. Nos tambalearon nuestras seguridades y nuestras comodidades. Es cuando te piensas cuan estúpidos somos cuando nuestro mayor problema es que hacemos para adelgazar unos kilos para que nos entre el bañador de esta temporada. En fin, lamentable, pero cierto.

De nuevo lágrimas, ya nos vamos acostumbrando. Terminamos haciendo una oración común cristiano/musulmana, otra experiencia interesante. Nos pareció que el mismo Dios hablaba por dos altavoces. Sin embargo nos queda camino por recorrer. Al final, volvía de nuevo a estar allí. La Providencia volvía a guiñarnos un ojo en el hogar La Salle.

Exhaustos por la experiencia y por el sofocante bochorno (hacía más calor que planchando en un invernadero) volvimos, Ana y yo tras recoger a los niños del zoo, a Campano. El resto se fueron a Cádiz de visita cultural y pescaito frito. Yo me quedé charlando con los manguitos de Bob Esponja y Ana Laura hasta que la peque se durmió.

Viernes, 6. Volvíamos a estar a las órdenes del General José Ramón. Esta vez el combate iba a ser en casa, pero no por ello menos fructífero y apasionado. Primero nos centró en nuestra misión. Para llevarla a cabo reconocimos que primero debíamos ser “radicales” (no, no, tranquilos, no se trataba de esperar a los Kikos a la salida de misa y pegarles con el PVA), se trataba más bien de concienciarnos de volver a nuestras raíces (eso significa radical), es decir, a Jesús y a Don Bosco. Para ello debíamos ser conscientes de que tenemos una “misión” y que eso implica saber quién nos envía (Jesús), ser consecuentes de quienes son los enviados (nosotros) y a qué se nos envía (a los jóvenes, especialmente los más desfavorecidos). En segundo lugar, y ya por la tarde, José Ramón nos encendió las luces rojas de la asociación. Debíamos estar atentos a ver si nuestra misión se estaba realizando adecuadamente, o no. Ser conscientes de que, mientras otros grupos eclesiales crecían, en los cooperadores estaba empezando a aparecer el problema del relevo generacional, la monotonía, el apoltronamiento, etc. Otro día a tope. Aunque sólo me pude meter en la piscina por la mañana y charlar un rato relajado con Bob Esponja y mi mujer, mereció la pena.

Sábado 7. Tras desayunar, la mañana nos la ocupó el comandante de navío Ignacio Vázquez, al que muchos ya conoceréis (yo no, lo siento, soy novato en esto). Hizo que los nubarrones que el día anterior nos había pronosticado José Ramón se dispersasen. Nos alentó y esperanzó en que sí que podíamos llevar a cabo nuestra misión de cooperadores por el bien de la Iglesia y de la sociedad. Hizo añicos los miedos (especialmente los míos) que solemos tener a implicarnos en los proyectos, trabajos, etc., por aquello que solemos decir y/o pensar casi todos de… “¡yo no puedo! ¡ Ellos sí porque están hechos de otra pasta, y han estado desde pequeños en los grupos Luz, Vida, Cristo Vive, Candil, Luz Láser,…, pero yo, no!”. La reflexión sobre esto se apoyó en un corto llamado “The Buterfly Circus” (“El Circo de la Mariposa”, lo he puesto en inglés porque así me doy el pegote). Os lo recomiendo, está en You Tube en dos partes. Además le sugeriré a José Luís Perea que lo visionemos en un encuentro. Os impresionará y además ¡tiene mensaje!.
La tarde fue para Pablo Callealta. Una eterna sonrisa que se tornó en maléfica cuando la sesión la utilizó para montar una especie de juego de rol en el que debíamos representar dos grupos. Uno debería “formar” un consejo local de cooperadores y, el otro grupo, un consejo provincial. Ambos debíamos resolver una serie de problemas que se nos planteaban. Y lo mejor: mientras realizábamos la “práctica” éramos observados por los verdaderos miembros de estos dos consejos, que tomaban nota para hacer una crítica al final de nuestra “gestión virtual”… más miedo que Falete en Natur-Hause, oye. Llegados a este punto he de daros dos noticias al respecto, una buena y otra mala. La buena es que más o menos intuimos que todos podemos desempeñar cualquier vocalía porque, como los propios titulares de éstas nos comentaron, cuando llegaron al cargo su nivel de conocimiento también era mínimo y al principio tenían más dudas que Belén Esteban en la Real Academia de la Lengua. La mala. En la dinámica que hicimos, mi mujer salió elegida como coordinadora local y yo como administrador. Eso si gracias a la nueva coordinadora electa las cosas iban a funcionar muy, muy rápido. Mal ó bien no lo sé, pero sí muy rápido. Lo siento querida pero ha sido incontenible…¡ PLAF ¡… berdón bi abor, no vodveré a driticadte,.., ¡hala dres diendes a da borra!.

Pues bien, el día terminó con una fantástica velada que organizó Agustín Cedrés (un guanche canario inmenso de cuerpo y alma) con chistes, fotos de parecidos razonables de los cooperadores del campamento, karaoke y videos de películas doblados al idioma cooperador... De esto último, le he pedido una copia a Agustín. Si me llega sabréis de qué estoy hablando, y os reiréis de lo lindo a mandíbula batiente.

Cuando me voy por fin a la cama son las 2 de la madrugada y afortunadamente Bob Esponja se ha dormido. Ana Laura también.

Domingo 8. Amanece nublado. En el cielo y en el corazón. Asistimos a la eucaristía que nos sirve casi de despedida de estos intensos días. Es el momento en el que te das cuenta de todo lo que has absorbido y vivido y, muy especialmente, de las grandes personas de las que, inevitablemente te has hecho ya amigo. Aunque debes despedirte de ellos, te queda una gran, una inmensa alegría: son cooperadores, pertenecen al mismo grupo que tú y tienen una calidad humana gigantesca. Ana yo y los niños nos despedimos con la maleta cargada de experiencias vividas y con un montón de buenos hermanos cooperadores que ya forman parte de la familia. ¡Ah, si! y de Bob Esponja que desinflado está ya en el fondo de la maleta.

Perdonad el rollo patatero, pero os prometo que si no lo contaba así, se hubieran disuelto en mi neurona muchos momentos importantes e interesantes que el campamento ha generado. De hecho, me siento incapaz de transmitiros la buena experiencia que esto nos ha supuesto a Ana y a mí. Si pudiera decir en una frase/reflexión la impronta que este campamento me ha dejado, sería la de que “los cooperadores somos los saltimbanquis de Don Bosco, los titiriteros de Dios. Así que, en la Iglesia, nos toca alegrar a los jóvenes de 0 a 99 años”.

P.D. Os recomiendo la experiencia. No deberíais perderla. Sr. Vocal de la vocalía que corresponda. Intentad hacerla todos los años. Merece la pena,…, ¡y es barata!

Jose Antonio Mellado

1 comentario:

  1. vaya cronica!!!! me ha encantado y eso q no he estado allí! gracias por "el ratito" que habrás tenido que echar escribiendolo, sin duda nos vas a animarnos a muchos a ir para la proxima...

    Besos!

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